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La semana pasada asistimos a la primera edición del Paradiso Fest, organizado por Héctor Ayuso y su equipo en Mérida, México.
Bueno, para ser más concretos, en el Salón Gallos de Mérida, México.
Paradiso Fest es, por tanto, un festival dentro de un paraíso, dentro de otro paraíso. Porque Salón Gallos es un espacio con una atmósfera cautivadora. Tiene un escenario de madera y cortinas de fieltro como hace 100 años, un cine con una buena pantalla y asientos inclinados que parecían venir también de otra época, y diferentes áreas que el festival convirtió en espacios expositivos. Dentro del lugar, un restaurante con tacos fli-pan-tes, cerveza fría y un excelente oficio con los margaritas.
Es decir, un espacio icónico, con exposiciones muy bien comisariadas, algunos de los mejores talentos del mundo hablando y un bar/restaurante abierto todo el día. Cuando entras en Paradiso, es difícil irse de Paradiso.
Pero aunque el espacio y el contenido estaban muy bien planificados, los organizadores consiguieron crear un tipo diferente de conexiones humanas. Si en este tipo de eventos suele haber networking, aquí se incentivaba otro tipo de familiaridad. Primero, por el tamaño (artificialmente pequeño), y segundo, por las actividades que el festival organizaba fuera del “venue”.
El festival consiguió reunir a unos 50 speakers de todo el mundo, entre ellos Stefan Sagmeister, James Victore, Jessica Hische, Timothy Goodman, Joshua Davis, PJ Richardson, Los York o Gmunk.
Las charlas y workshops se dividían en tres salas: el foro, el cine y el Wine Bar.
Pero había una exigencia extra para los speakers que fomentaba precisamente este tipo de intimidad: no podían usar pantallas. Las presentaciones adquirían más bien la forma de charlas a tumba abierta, donde se compartían inquietudes personales sobre el diseño y la creatividad.
La creatividad no va tanto del resultado final sino del proceso, que es lo que realmente tiene que ser creativo para llegar a un buen resultado. La inteligencia artificial elude esta parte fundamental del trabajo creativo, por lo que duda de que pueda llegar a lugares importantes.
Su ponencia hablaba de su trayectoria y de cómo superar dificultades. Como no podía usar slides, se fue quitando camisetas donde tenía impresos los conceptos clave, convirtiendo su presentación en un pase de diapositivas… pero de camisetas (se quitó unas diez).
Hablaban del poder de mezclar disciplinas artísticas como el video, el diseño y la moda, y de que el ingrediente fundamental para la creatividad es la valentía.
Hablaba de la importancia del silencio para tener buenas ideas, cómo un retiro de silencio cambió su vida y la dificultad de generar ideas originales cuando estamos constantemente ocupados con pantallas.
Reflexionó sobre el ego como la mayor obstrucción hacia el trabajo creativo y la idea de que la mejor creatividad surge del caos, y que aceptarlo es parte del viaje de un creador.
Debatieron sobre los retos de la industria con un reto añadido: cada vez que alguien decía «AI», tenían que beber un chupito de tequila.
Este estudio, especializado en data visualization, creó un póster personalizado para cada asistente con el plano geológico de un río autogenerado a partir del nombre de cada uno.
A partir de un poema de Lorca, Pablo habló del duende como el misterio de la creatividad, algo a lo que hay que saber escuchar y darle espacio.
Habló sobre la pasión como motor de la creatividad.
Compartió sus experiencias psicodélicas y cómo la inteligencia artificial le ayuda a recrear extractos de sus visiones, algo que con ninguna otra herramienta había conseguido antes.
Reflexionó sobre la autoaceptación y cómo, cuando te aceptas a ti mismo, los sentimientos de competencia y comparación desaparecen.
Contó la historia de la marca «México is the Shit», y cómo su compromiso con la creatividad los llevó a convertirse en una marca mundialmente reconocida y a colaborar con algunas de las mejores marcas del mundo.
Habló sobre cómo las limitaciones deberían ser estímulos para superarlas.
Habló del fracaso como viaje hacia el éxito.
En una conversación con Pablo Juncadella (Mucho), Carson dijo que nunca ha tenido formación artística y que todo lo que ha logrado ha sido por instinto. Para él, educar y confiar en tu propio instinto es parte del trabajo como creativo. Cuando le preguntaron “¿Cómo sabes si algo está bien o no?”, respondió: “Si no estás seguro, entonces aún no has acabado”.
Habló del poder de las narrativas que están llevando a la sociedad a creer que estamos peor que nunca y compartió datos que evidenciaban que, pese a todo, estamos mejor que nunca. Pero hizo hincapié en que una narrativa negativa nos hace perder la esperanza, y que precisamente la esperanza es el verdadero motor de mejora de una sociedad.
Además de las charlas y los workshops, había varias instalaciones, entre ellas:
Bruno Sellés, de Vasava, dijo en su charla:
«When something is perfect, there’s no place for changes», y eso no empuja a la creatividad.
Tal vez este Paradiso haya sido la única excepción.
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