La decisión ha generado debate dentro de la profesión, poniendo en duda si realmente el público no quiere ver este tipo de cine o incluso si se está desprestigiando una manera de creación simplemente por las tendencias sociales dentro de la comunicación. Actualmente siguen apareciendo notables ejemplos de que con lápiz aún se pueden realizar buenas obras, Arrugas de Ignacio Ferreras, El ilusionista de Sylvain Chomet o la reciente The Wind Rises del incombustible Miyazaki son una pequeña muestra de ello.
El mundo del diseño gráfico no es ajeno a la era digital obviamente y la prueba más fehaciente de ello es la cada vez más necesaria especialización de los profesionales del sector en formatos hasta hace unos años no muy comunes. El papel acabará dando paso por completo a la pantalla en un futuro no muy lejano y pese a que no supone un hecho que merme el poder conceptual o artístico de las piezas a realizar, si que hay pequeños puntos que se pierden.
El papel es una herramienta más dentro del diseño gráfico a la hora de expresar una idea, pese a que mucha gente no le dé valor, nadie puede negar que no es lo mismo el tacto y la percepción que puede dar un papel de gran calidad o texturas que jueguen a favor del concepto del diseño que un papel elegido al azar. Igualmente dentro del cine es imbatible el hecho de que la animación digital no puede lograr los efectos, la potencia del trazo o la elegancia del uso del lápiz y la acuarela.
No por ello digo que una disciplina sea mejor que otra, estudios como Pixar ponen el listón muy alto, o que esté en contra de la era digital. Mi apreciación sobre el tema es el hecho de ir perdiendo las bases y la tradición en diferentes profesiones creativas. Dudo mucho que un animador digital no se haya empapado de los grandes de la animación tradicional, o que un buen diseñador gráfico no tenga unas bases en el mundo de la imprenta y la composición sobre una página por muy focalizado que esté en las nuevas tecnologías.
Son dos mundos que deben retroalimentarse para enriquecerse el uno al otro. Para muestra de ello les dejo el reciente corto Paperman, realizado precisamente por Disney, y con el que puso final al uso del 2D. En él se mezclan de manera exquisita la animación y la tinta, una joya para lo ojos.
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