A veces otros oficios te ayudan a ver el de uno con ojos renovados. Un soberbio creador, que cuando escribe siente que ‘esculpe’ cada palabra en el papel, nos confirma la riqueza que otorga al diseño una de sus materias primas: la letra y la palabra manuscrita, tecleada, dibujada, labrada, martilleada, bajada del mundo de los ceros y los unos al papel… y a la vida.
Para los que no se hayan encontrado todavía con su literatura, Don Delillo es uno de los grandes narradores americanos contemporáneos, que forma parte de esa constelación mayor: Roth, Auster, Pynchon, Morgan Foster, Franzen, etc. Esos que han renovado una rica tradición de contadores de historias y están haciendo crecer con ímpetu el canon de la literatura anglosajona y universal.
Autor de obras tan emblemáticas del último cuarto del siglo XX y lo que va del XXI como Las palabras, Mao 2, Ruido de fondo, Submundo, Bodyart o Cosmópolis, hace unos meses visitaba Barcelona con ocasión del lanzamiento de su último libro. Esta es parte de una vieja entrevista suya que puede interesar a la comunidad de diseñadores y demás constructores de identidades y marcas gráficas, así como en las personas que tienen responsabilidades sobre la comunicación dentro de empresas e instituciones.
P. ¿Cómo es su relación con las palabras?
R. Para mí tiene una cualidad escultural. Es una de las razones por las que escribo a máquina. Necesito ver cómo esculpen el papel, qué huella dejan al golpearlo. La forma misma de las letras me parece importante. Cuando escribo una frase no me fijo sólo en cuestiones de ritmo, sonido y forma, de cómo abrirla y cerrarla. Me interesa el aspecto visual de la escritura, letra a letra, palabra a palabra. A veces se dan relaciones internas, como cuando un vocablo contiene a otro en su seno.
Sólo como anécdota, se desconoce si Don Delillo estará familiarizado con el legado gráfico del maestro Herb Lubalin. A la vista de las últimas palabras del párrafo estamos seguros de que estaría encantado de ver su diseño para el título de una revista que no llegó a existir…
*Entrevista de Eduardo Lago. Babelia, El País 24/12/ 04
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