Si entendemos la innovación como la acción de intentar satisfacer mejor las necesidades surgidas en un contexto concreto, podemos afirmar que para algunas empresas nunca antes había sido tan fácil innovar.
Las empresas que mediante sus productos, comunicaciones y acciones han sabido proyectar una visión alineada con el contexto, utilizando los canales sociales como una herramienta de valor para los consumidores, difundiendo información relevante o estableciendo un contacto de atención con el cliente, han creado, sin saberlo, un laboratorio de I+D.
Un laboratorio formado por sujetos motivados y altamente vinculados con la marca que, de una forma voluntaria y desinteresada, consumen parte de su tiempo pronunciándose en entornos controlados por la empresa. La información generada en éstas conversaciones es de gran valor pudiéndose a su vez, identificar y medir.
Una gestión inteligente de los canales sociales permite identificar potenciales palancas de crecimiento para distintas áreas de la empresa. Incluso la tecnología nos permite crear entornos de cocreación, como ha sido el caso de Lego o BMW.
La capacidad de generar información así como la capacidad de procesar los datos, las infinitas plataformas existentes y los actuales canales de comunicación hacen pensar que la microsegmentación y la personalización de la información (publicidad) es ya una realidad. Por ello, una gestión eficiente de los datos es imprescindible para el futuro cercano de las compañías.
Las marcas que no sepan expresarse con naturalidad en este nuevo contexto y que no tengan una gestión estratégica con unos objetivos bien definidos, pueden sufrir a medio plazo un déficit de I+D y de engagement difícil de superar.